Mi primer contacto con las clases de ballet para niñas.

4:40 p.m.


Llevaba meses planeándolo, mi hija en clases de ballet ¿A qué niña no le gustaría vestir un tutú y ser una bailarina de verdad? Yo siempre lo quise pero nunca lo pedí y cuando llegué a la adolescencia y por fin tuve el valor de decírselo a mis padres se los dije en mitad broma mitad en serio y me dijeron que si lo quería lo tendría pero sería muy difícil que por algo las bailarinas comienzan desde niñas, y efectivamente comencé a investigar y me di cuenta de que tendría que sacrificar mucho y esforzarme el doble o el triple (o tal vez mas) por lograrlo y me di cuenta que solo quería hacerlo como un hobby y que no valía mi tiempo y así fue como lo dejé en el olvido y fui descubriendo que tenía talento para otras cosas y otros artes/disciplinas...
Ahora con mi hija mayor se me ocurrió buscarle una clase de ballet (y no porque quiera que ella cumpla mis sueños frustrados sino porque quiero que comience a conocer cosas diferentes, le gusta mucho bailar e imitar a los demás, socializar... Supuse que se divertiría mucho al mismo tiempo que aprendía), y el que busca encuentra, no tuve que buscar demasiado en la biblioteca pública ofrecen talleres de piano, guitarra, idiomas, yoga, danza...Y lo mas bonito es que el dinero recaudado por esos talleres se va para mantener la misma biblioteca, no lo pensé dos veces, tengo un vínculo emocional con ese lugar por diversas cosas y eventos que pasé ahí, algunos no muy agradables pero que me dejaron gran enseñanza y otros muy hermosos que no puedo esperar a que mis hijas crezcan para contárselos con todo detalle y se emocionen junto conmigo.

La situación pasó así, era el jueves por la tarde y yo ya tenía todo planeado, la clase se llama "Iniciación a la danza" o preballet, decía en su fanpage que es un taller que contribuye al desarrollo psciomotríz, según ésto la maestra ha estudiado pedagogía alternativa e incluyente (Montessori), yo tenía grandes expectativas, me emocioné de imaginar a mi hija en la presentación que hacen al final de cada ciclo y eso, no cabía de la felicidad, así que llegué temprano al lugar, mi hija corrió por el amplio patio de la biblioteca hasta que llegó la hora y entramos al salón donde solo llegaron dos mamás mas y un papá, las niñas que estaban ahí eran muy tranquilas en cambio mi hija corría por todo el salón y le gustaba ver su reflejo en los espejos, el sonido que sus zapatos hacían en el piso de madera, se colgaba de los tubos para ensayar... Básicamente, estaba siendo una niña.
Antes de comenzar la clase la maestra empezó a explicar unas cosas y entre frase y frase le llamaba la atención a mi Alejandra, "controlen a esa niña", "esta es la clase de cosas que no permitimos, aquí es muy importante trabajar en la disciplina", "ve con tu mamá que no sé quien es" ahí contesté, "yo soy su mamá" y ella ni se inmutó; al comenzar la clase por fin, con ejercicios y todo eso, mi niña intentaba seguirlas pero como no le prestaban atención (ella ni siquiera estaba en la línea que tenían las demás niñas ni podía verse al espejo porque la maestra dijo que ese día no daría clases a otras niñas que no fueran sus alumnos, ya que era una clase pública) se desesperó y se fue a colgarse a los tubos aquellos, la maestra con cara muy enojada se levantó, agarró a mi hija del brazo y dijo "Yo no te voy a estar correteando, ve con tu mamá que no sé quién sea", agarré a mi hija pero se soltó de mi y se fue a esconder, era obvio que estaba experimentando la misma rabia y resentimiento que yo, en cuanto pude meterme entre las sillas la abracé y la saqué de ahí, me dirigí con la chica que me había indicado el salón de la clase al llegar, tal vez una secretaria que le he dicho básicamente que ni su taller ni su maestra servían para nada, y me fui, muy enojada, viendo cómo mi hija lloraba ya sea por coraje, por tristeza o tal vez se sintió avergonzada, yo también lloraba, hice algo que nunca había hecho en mi vida, llorar en la calle, mientras caminaba y buscaba qué camión tomar de regreso a casa o algún taxi vacío, fue la experiencia mas desagradable que he experimentado en ese lugar y estoy segura que toda mi vida. Me fui con mi corazón destrozado, mis fantasías de ver a mi hija en su bonito y rosa tutú, y con muchas ganas de plantarme enfrente de la cámara con la que grababan la clase y decir unas cuantas palabrotas.
Le llamé a Mr. L y le dije lo que pasó, yo sentía que no podría dejar de llorar por lo que restaba el día. Por suerte me obligué a calmarme, encontramos un taxi que nos llevara a un plaza donde nos tomamos un delicioso helado y luego regresamos a nuestro cálido hogar a ver una película juntas.

Me he prometido jamás volver a dejar que me hagan sentir mal, que me hagan menos a mi y a mi hija. Nunca mas me voy a quedar callada, voy a levantar la cara y con muchos argumentos dejar salir toda mi ira.
Maestras como esas son justamente lo que quiero evitar en mi vida, personas que no merecen trabajar con niños llenos de ilusiones y sueños, personas que se creen muy sabias y llenas de cultura pero que en realidad están vacías y marchitas por dentro.

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